CARTA III

A mi yo de siete años

Te deseo ternura.
Paciencia.
Y paz.

Sé que te costará asimilarlo, pero tendrás la capacidad para quererte y permitirte ser.

Aprenderás a no enterrar tu curiosidad, sino a regarla y dejar que se expanda hasta lugares imposibles de imaginar.

Aprenderás que el cambio es algo natural. Sustituirás los potitos emocionales para sustentarte con alimentos adecuados al presente y tu realidad.

Aprenderás a cuidar de ti misme, no solo de tu cuerpo y de tu salud mental, sino de tus inquietudes y tu identidad.

Descubrirás poco a poco qué es lo que no quieres, que te ayudará a ponerle contorno a lo que sí. Que no todo está polarizado ni tiene que estar regido por la binariedad.

Te descubrirás entre el reflejo y el contraste con los demás, donde se encuentra tu familia y tu comunidad.

La compasión y la dulzura que mereces empezarán por ti y se propagarán con tu calidez y amabilidad.

Te preguntarás en algún momento de tu vida:  ¿Si tuviera un hueso roto, me metería prisa para que se curara y se soldara de una vez?

¿Me diría constatemente que no debería estar así, o trataría de darme el tiempo que necesito de reposo y recuperación para volver a funcionar?

Aprenderás entonces a identificar las voces externas que no se alinean con tus valores, a establecer límites y a priorizar.

Cada vez será más fácil vivir en tu cuerpo, reconociéndote en tus decisiones y en las personas que te hacen bien y las que no.

Te convertirás en la persona que siempre has querido, compasiva con tus miedos y los de tu alrededor.

Alguien que se escucha y ve más allá, con la capacidad de ser amade y de amar.

Aprenderás a verte a ti misme por quién eres, a responder a tus emociones y a reparar.

Sé que no me vas a creer, pero encontraremos nuestra historia. Volveremos a donde nacimos y a las personas de nuestro hogar. Ya lo verás.

Tu rostro y tu existencia empezarán a tener sentido. Te prometo que a pesar del miedo y la ansiedad, nunca habías sentido tanta paz.

Esta carta es para ti. Para que cuando lleguen los cambios que necesitas, no sean tan detonantes como los que vivimos nada más llegar.

Recuerda que estoy aquí, que te quiero y que no hay nada en este mundo que lo pueda cambiar.

Con amor, Andrea.

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